miércoles, 29 de febrero de 2012

De las quejas

Escucho al 90% de la población, del sector de la ciudadanía que me rodea, quejarse. Quejarse del Gobierno. Quejarse del anterior Gobierno. Quejarse de los recortes. Quejarse de la crisis. Quejarse de los bancos. Quejarse del yernísimo. Quejarse de la clase política, de la corrupción, de los despidos, de los impuestos… en definitiva: quejarse del sistema.

No me parece mal, me parece incluso necesario. Es justo y necesario, que dicen algunos, clamar contra una falsa democracia que nos ahoga cada día más, y es que la pseudodemocracia aprieta y sí, ahoga, y mucho.
Ha habido ya varias manifestaciones multitudinarias, de miles y miles de personas (depende como siempre de quién te dé el dato) contra la situación tan dura por la que atravesamos el 99% de la ciudadanía. Pero todavía no he asistido a ninguna manifestación en la que todos los que tanto se quejan, por la calle, a sus amigos, en las redes sociales, por blogs y demás plataformas, hayan salido a la calle. La gente dice querer cambiar las cosas pero se quedan en sus casas. “¿Y qué va a cambiar porque yo vaya a una manifestación?” Pues mucho. Como seguro que no cambia nada es quedándote en tu casa y quejándote frente a la caja tonta, que al fin y al cabo consigue su objetivo, que te quedes en casa soltando la charla frente la pantallita plana.

Y mucho menos se cambia si sólo sales a la calle cuando te lo pide un sindicato aliado con los partidos dominantes. Sí, está bien que salgas a luchar por tus derechos, pero sal cada vez que haya una movilización, no esperes a salir como un borrego porque te lo dice el interesado de turno. Sal al día siguiente a que las fuerzas del estado agredan a los manifestantes. Sal cuando se hagan públicos los recortes en sanidad y educación. Sal cuando tus derechos laborales retrocedan a las condiciones del siglo XIX. No te quedes pasmado. Movilízate. No esperes que te organicen las protestas en torno a unos intereses políticos y económicos.

Por estas pequeñas, pero no poco importantes, razones, espero que tanta queja se traslade a la calle. Que no se queden en una conversación de barra de bar. Que se haga realidad la insatisfacción del pueblo con el sistema y se deje ver. Ya basta de quejarnos para después hacer lo que las estructuras de poder quieren de nosotros: tenernos entretenidos frente a la caja tonta con temas de los que hablar creyéndonos muy sabios. Y sobre todo nunca, nunca, nunca digas “¿Qué voy a cambiar yo?”. El pueblo tiene el poder, tenemos que darnos cuenta de ello, pero hay que movilizarnos, y cada uno de nosotros somos un granito de arena más para la gran montaña que hay que construir en pro de la libertad y la auténtica democracia.    

Y de regalo...